Tras las huellas de César Manrique en Lanzarote

César Manrique nació en 1919 en Arrecife, la capital de Lanzarote. Ya de niño se sentía cautivado por la belleza de su isla natal y pronto empezó a inspirarse en ella para sus cuadros. En la década de 1960, tras estudiar en España peninsular y exponer en varios países, regresó a Lanzarote con la ambición de convertirla en uno de los lugares más bellos del mundo. Consiguió, entre otras, que se prohibieran en la isla los edificios de más de dos plantas y las vallas publicitarias, evitando así la contaminación visual y promoviendo la preservación de los paisajes naturales.

César Manrique también dejó que su arte se expresara en todos rincones de Lanzarote, creando lugares asombrosos donde naturaleza y cultura se unen sutilmente. César Manrique murió a los 73 años en un accidente de coche tras dedicar toda su vida a preservar la identidad cultural y los paisajes de su isla natal.

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El artista vivió en el municipio de Taro de Tahiche, entre Teguise y Arrecife.

Laantigua casa del artista, construida en 1982, fue inaugurada como la Fundación César Manrique en marzo de 1992, pocos meses antes de su muerte. El museo ocupa una superficie de 30.000 metros cuadrados, construidos sobre una colada de lava provocada por erupciones volcánicas entre 1730 y 1736.

Aquí podrás admirar sus obras, así como su colección de arte contemporáneo, con cuadros de Picasso, Miró y Tapies. Las habitaciones están enclavadas en cinco burbujas volcánicas unidas por pequeños pasillos excavados en el basalto de la colada de lava: ¡Es como estar en una película de ciencia ficción! En el espacio exterior, encontramos el mundo familiar del artista y su piscina, rodeada de abundante vegetación.

Situado en el norte de Lanzarote, entre las plantaciones de cactus de Guatiza para el cultivo de la cochinilla, el Jardín de Cactus, construido en 1990, fue la última obra de César Manrique. El artista transformó una antigua cantera de cenizas volcánicas en un teatro-foro para mostrar una plantación de cactus.

Más de 10.000 cactus que representan 1.450 especies diferentes de América, Madagascar y las Islas Canarias se exponen en terrazas de varios niveles. Todos estos cactus fueron reunidos por el experto botánico Estanislao González Ferrer. La exposición se completa con un antiguo molino restaurado y encalado, que muestra en su interior cómo se elabora la harina de "millo" canario, con la que se elabora el gofio, central en gastronomía canaria.

Los Jameos del Agua fueron creados por César Manrique y Jesús Soto en 1968, y fueron el primer centro turístico fruto del trabajo de Manrique en Lanzarote. Las filtraciones de agua marina han permitido la formación de un lago natural y el desarrollo de una especie de pequeños cangrejos blancos albinos, única en el mundo, los "jameitos", cuyo nombre científico es Munidopsis Polymorpha.

Cuando brilla el sol, sus rayos atraviesan las aperturas del techo de la gruta para reflejarse en el lago, creando un magnífico efecto.

¡No tires monedas! Esto no es la Fontana de Trevi y los cangrejos están en peligro de extinción.

Manrique añadió dos salas de conciertos, un bar-restaurante, dos pistas de baile y una sorprendente piscina de agua marina, que sólo es para admirar, pues ristemente está prohibido bañarse aquí.

Perfectamente integrado en el paisaje, en lo alto del Risco de Famara, el Mirador del Río es una antigua posición de artillería militar. A primera vista, no parece gran cosa, pero una vez que se llega a la terraza panorámica situada a 480 metros de altitud, ¡la vista de la isla de La Graciosa es impresionante!

En un día despejado, se puede ver incluso el resto de los islotes que componen el archipiélago Chinijo. Esta vista también se puede admirar desde el café-restaurante a través de sus grandes ventanales. La estructura fue excavada en la roca volcánica en 1973, y sólo sobresale el balcón exterior, que sirve de mirador. Es una verdadera obra de César Manrique, que, una vez más, internivo dentro de un sitio natural para hacerlo aún más bello y sorprendente.

Desde 1988 hasta su muerte, el artista vivió en lo que hoy es la Casa-Museo César Manrique, en Haría, al norte de Lanzarote. Es fácil entender por qué Manrique se trasladó aquí al final de su vida: Este pueblo tranquilo y virgen, uno de los más bellos de la isla, está enclavado en un entorno verde rodeado de volcanes, lejos del bullicio de la costa.

Transformó una granja en ruinas situada en una finca agrícola rodeada de palmeras en una soberbia residencia que puede visitarse hoy en día. Uno se pone en la piel de sus huéspedes y comprende enseguida que este oasis de tranquilidad era perfecto para recibir invitados. Podrás ver su estudio, el anexo donde recibía a sus amigos, su piscina y su jardín.

La Casa Museo del Campesino es un homenaje al duro trabajo de la gente de Lanzarote. En esta tierra árida cubierta de oscuras cenizas volcánicas se alza el Monumento a la Fertilidad, creado en 1968 conantiguos contenedores de agua de veleros y diversos objetos pintados ensamblados por César Manrique.

Justo al lado, la Casa-Museo del Campesino comprende un conjunto de edificios dispuestos alrededor de una plaza abierta, en la más pura tradición lanzaroteña. Inmaculadas paredes encaladas, contraventanas verdes y palmeras: es un entorno de gran sobriedad y descomunal belleza. El complejo alberga el interior de una casa tradicional lanzaroteña y muestra los oficios típicos de la isla, como la zapatería, la tejeduría, la alfarería, la viticultura y el lagar.