Cuando Madrid fue elegida capital de España, la necesidad de crear una auténtica Plaza Mayor era evidente. En 1577, el rey Felipe II encargó al arquitecto Juan de Herrera que convirtiera la antigua Plaza del Arrabal en la emblemática Plaza Mayor que hoy conocemos. Las obras de remodelación tardaron cuatro décadas en comenzar, en 1617, durante el reinado de Felipe III, cuya estatua ecuestre de bronce adorna la plaza, que le encargó el proyecto de renovación al arquitecto Juan Gómez de Mora. Terminada en 1619 e inaugurada en 1620, fue objeto de importantes reparaciones bajo la dirección del arquitecto Juan de Villanueva tras los violentos incendios de 1792.
La Plaza de Mayor está concebida como un espacio rectangular, rodeado de soportales con diez puertas de acceso en arco, cada una con su propia historia y finalidad, como la que da acceso al barrio de La Latina. Totalmente peatonal, alberga magníficos edificios madrileños, como la Casa de la Panadería y la Casa de la Carnicería.