Con sus 1.600.000 m³, a la caverna no le faltan ángulos desde los que acercarse a ella. Si usted es de los que prefieren sentarse y contemplar, probablemente querrá disfrutar de la vista desdeuno de los vertiginosos miradores metálicos que dominan la sima, a más de 200 metros de altura. Caminando lentamente por un suelo de cristal, se sumergirá 200 metros en el vacío por su transparencia. Verá el espectáculo en su cara, y sentirá la emoción de la desmesura que lo acompaña.
La visita de 50 minutos comienza en la Sala Roja, llamada así por sus paredes coloreadas por la oxidación de las sales de hierro. Destacan la concentración y el tamaño de los raros cristales de aragonito de color óxido. La riqueza de las formaciones calizas es tal que no hay equivalente en el mundo.