A finales del siglo XVIII, al multiplicarse por todo París los problemas sanitarios asociados a los cementerios, la ciudad decidió cerrarlos y trasladar su contenido a un recinto subterráneo para remediar el problema. El primero fue el cementerio de los Santos Inocentes, situado en el actual barrio de Les Halles, en 1785. Las autoridades parisinas eligieron un lugar de fácil acceso que, en aquella época, se encontraba fuera de las murallas de la capital: las antiguas canteras de Tombe-Issoire, bajo la llanura de Montrouge.
El 7 de abril de 1786, el lugar fue consagrado "Osario Municipal de París" y, a continuación, bautizado con el nombre de "Catacumbas", en referencia en particular a las catacumbas romanas, cuya historia había intrigado y fascinado al público. Las catacumbas de París se abrieron al público en 1809, atrayendo cada vez a más curiosos.