Ignorada por los turistas, esta ciudad costera marroquí no tiene nada que envidiar a Tánger o Agadir. (Y es accesible en vuelos directos)

Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2012, Rabat es la cuna de la historia de Marruecos. La ciudad revela su pasado a través de joyas arquitectónicas como la medina conservada de la Kasbah des Oudayas, con sus estrechas calles teñidas de azul, y su ribat con vistas al océano.

Las inmaculadas playas de Rabat ofrecen una apacible escapada por la costa atlántica, rivalizando con los balnearios mediterráneos más famosos. La playa de Salé es un remanso de relajación. En cuanto a la Corniche de Rabat, es el lugar ideal para un paseo digestivo después de comer en uno de los numerosos cafés-restaurantes, siempre llenos hasta altas horas de la noche.

Mercados bulliciosos, cafés tradicionales y restaurantes pintorescos: Rabat seduce a los viajeros con su estilo de vida único y su encanto imperial. Los sabores picantes de los mercados, el susurro de las teteras en las callejuelas, todo contribuye a una auténtica inmersión en la vida cotidiana marroquí. También es el centro cultural del país, con sus diversos museos y festivales.

👛El zoco de Es Sabate, situado entre la Gran Mezquita y Bab el Bahr, está especializado en marroquinería y joyería.

🍴El restaurante Dar Zaki, situado en la antigua medina de Rabat, es una visita obligada para degustar la cocina tradicional marroquí.

🫖No hay que ir muy lejos para tomar unbuen té a la menta: encontrará cafés en cada esquina.

Algunos edificios y lugares culturales que visitar: el Museo de Historia y Civilización para conocer mejor la historia de Marruecos, la catedral de Saint-Pierre por su arquitectura art déco y, por último, la Torre Hassan y el mausoleo de Mohammed V, símbolos del país.

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