Cuando se construyó el Palacio Real de Ámsterdam en el siglo XVII, en un principio estaba destinado a albergar el ayuntamiento de la ciudad. Este periodo se considera la Edad de Oro holandesa, y esto se refleja en la arquitectura del monumento, diseñado por Jan van Campen, que refleja el poder y la riqueza de Ámsterdam en aquella época.
Fue Luis Bonaparte, entonces rey de Holanda, quien transformó el edificio en palacio en 1808. El mobiliario que instaló en él sigue utilizándose en las recepciones reales contemporáneas. Sin embargo, a Bonaparte no le gustaba estar allí y transformó temporalmente el palacio en un Museo Real.