Este extraordinario proyecto se terminó en 1931, tras cinco años de construcción. Fruto del deseo de unidad de la Iglesia y de la genialidad de dos hombres, la estatua se eleva hoy a 38 metros de altura. Sus brazos abiertos bendicen a los habitantes y turistas que acuden a visitarla.
El ingeniero brasileño Heitor da Silva Costa fue el responsable de los diseños. Encargó la construcción al escultor franco-polaco Paul Landowski, que dio vida a su visión. Las manos y la cabeza se fabricaron en Francia, se transportaron a través del Océano Atlántico y finalmente se enviaron en tren.