Brasil se adjudicó la Copa del Mundo, prevista inicialmente para 1949 pero aplazada hasta 1950. Esta adjudicación se debió a la complicada situación de Europa. Tras la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los estadios del viejo continente tuvieron que ser reconstruidos. Brasil no disponía de un estadio lo suficientemente grande como para albergar una final de la Copa del Mundo. Se llegó a un acuerdo entre el gobierno federal de Río y el Ministerio de Deportes. El estadio se construiría en el barrio de Maracaná, más céntrico que el de Jacarepagua. Las obras comenzaron el 20 de enero de 1948, pero no se iniciaron realmente hasta agosto del mismo año. A pesar del apretado calendario, el edificio se terminó a tiempo para el inicio de la Copa Mundial de 1950. El aforo del recién construido estadio era de 183.254 localidades, y de 220.000 si se contaba con las localidades de pie. El monumento brasileño se convirtió en el estadio más grande del mundo, superando al Hampden Park de Glasgow y sus 150.000 localidades. En 1966, el estadio recibió el nombre de Mario Filho, en honor al periodista deportivo que contribuyó decisivamente a su construcción.
