El Museo Rietberg, con sus tres villas y el parque que lo rodea, tiene una historia muy larga. Todo empezó con una modesta casa de entramado de madera construida en 1850. El neurólogo Ludwig Binswanger quería convertir la casa en una clínica psiquiátrica. Para evitarlo, su vecino Otto Wesendonck, empresario alemán y mecenas de las artes, se sintió obligado a comprar la propiedad a un alto precio.
