En el corazón de la ciudad, en la plaza Reine Astrid, se erigió este edificio, testimonio del folie de grandeur de la época. Con el paso del tiempo, la estación se ha integrado perfectamente en el paisaje urbano. Algunos dirían que esta estación puede visitarse como un museo dedicado al descubrimiento del Art Nouveau en Bélgica. Imponente dama de piedra, metal, cristal y rica ornamentación, la estación central se inauguró en 1905 y no se renovó hasta 2009 para recuperar su magnífico brillo, que destaca como atracción turística por derecho propio.
