Bordeando el océano, la bonita y pequeña ciudad de Quiberon, con sus opulentas casas frente al mar, tiene fama de ser el histórico bastión bretón de la pesca y el comercio de la sardina. En el siglo XIX, cuando Nicolas Appert hizo el revolucionario descubrimiento de la esterilización de los alimentos por calor, conocido como "enlatado apertizado", la ciudad se convirtió en el principal puerto sardinero de Francia y creó multitud de fábricas de sardinas en el barrio de Port-Maria. Muchas familias de toda Bretaña se trasladaron a Quiberon para aprovechar este nuevo auge industrial.
