Situada al norte de Turín, la iglesia de Santo Volto se construyó en un antiguo polígono industrial que se había dejado en barbecho. La zona formaba parte de un importante plan de renovación para acoger los Juegos Olímpicos de Invierno de 2006. Tras más de dos años de obras, en las que trabajaron un centenar de obreros, la iglesia se inauguró en diciembre de 2006.
