En 1929, la administración fascista italiana que ocupaba Rodas decidió reconstruir por completo las antiguas termas de Kallithea. El estilo, ahora muy retro, refleja las tendencias de la época, con influencias art déco y moriscas. No escatimaron en el esplendor de las termas: columnas de mármol, fuentes, mosaicos en el suelo y exuberantes jardines que parecían el decorado de una película.
El éxito fue inmediato, y las termas de Kallithea se convirtieron en un destino famoso y de moda para tomar el sol, en el magnífico entorno de la costa rodiana y a poca distancia de la ciudad de Rodas. Pero el apogeo de los baños termales llegó a su fin con el estallido de la guerra: se colocaron minas y alambre de espino y los alemanes incluso convirtieron el lugar en una prisión.