La historia del Estadio Carlos Tartiere se remonta a las primeras décadas del siglo XX. La construcción del estadio se inició en respuesta a la creciente necesidad de un recinto adecuado para albergar los partidos de fútbol del Real Oviedo, uno de los clubes de fútbol más emblemáticos de la región asturiana de España. El proyecto de construcción del estadio se puso en marcha en 1925, y las obras comenzaron bajo la supervisión del arquitecto español Juan José Belmonte González. El estadio se construyó en terrenos del barrio ovetense de Olloniego y en aquel entonces se llamaba simplemente Estadio de Oviedo. El estadio se diseñó para acoger multitudes de espectadores, con una capacidad inicial de más de 16.000 espectadores. Se inauguró oficialmente el 30 de octubre de 1932 para un partido entre el Real Oviedo y el Club Celta de Vigo. En 1958, el estadio fue rebautizado en honor de Carlos Tartiere, empresario asturiano y mecenas de las artes que había prestado un apoyo financiero crucial al club de fútbol. El cambio de nombre formalizó el reconocimiento de su contribución al desarrollo del estadio y del club.
