No hay pierde sobre la fecha, que viene en el nombre de la festividad. Cada año, desde el segundo domingo posterior a la Semana Santa y hasta el sábado siguiente, ambos inclusive, el Real de la Feria, en el barrio de los Remedios.
El festejo se inaugura con el alumbrao, cuando encienden las luces del recinto ferial y comienza la degustación del pescaíto frito en las casetas, que son coloridas casitas equipadas con un bar, una cocina y un sistema de sonido, o bien entretenimiento en vivo donde se tocan las sevillanas. Bailes y comedera avivan las casetas; las mujeres van de flamencas y los hombres con ropa tradicional de trabajadores agrícolas. Pasan caballos jalando carretas y farolas alumbran las noches que parecen larguísimas. Es un verdadero jolgorio.
La clausura viene con un gran espectáculo de fuegos artificiales que se reflejan en el río Guadalquivir, antes de que Sevilla regrese a su cotidianeidad y espere un año más para volver a empezar.