Siete pueblos típicos que visitar en Lanzarote

Haría es uno de los pueblos más bonitos de la isla, no lejos del océano, en el norte de Lanzarote. Este pueblo colorido y virgen está enclavado en un exuberante entorno verde rodeado de volcanes, en un terreno más elevado y, por tanto, más fresco y tranquilo, lejos del bullicio de la costa. Aunque Haría atrae sobre todo a turistas que vienen a visitar la Casa-Museo de César Manrique, donde el artista más famoso de Lanzarote pasó el final de su vida, no dudes en detenerte en sus calles blancas bordeadas de palmeras. Tómate algo en la Plaza León y Castillo, donde podrsá admirar laarquitectura típica del pueblo mientras disfrutas de unambiente sereno.

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En la costa suroeste de Lanzarote, El Golfo es un pequeño pueblo pesquero que parece el fin del mundo. Aunque la zona es bien conocida por los turistas que vienen a admirar la famosa laguna verde, muchos se olvidan de quedarse en el pueblo. Sus pequeñas cabañas blancas y sus playas de arena negra son golpeadas sin descanso por las olas del Atlántico. Numerosas marisquerías ofrecen la posibilidad de disfrutar de este espectáculo natural sirviendo platos tradicionales con vistas al océano. Para más información, consulte nuestro artículo dedicado a El Golfo.

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También merece la pena visitar el bonito municipio de Yaiza, galardonado en varias ocasiones con el título de"pueblo más bonito de Lanzarote". Un título nada desdeñable, ya que el pueblo tiene mucho encanto, con sus altas palmeras, sus edificios inmaculados que contrastan con los volcanes incandescentes que lo rodean y la pequeña iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, del siglo XVII. En cuanto a la arquitectura, la Casa de la Cultura Benito Pérez Armas merece una visita por sus balcones tradicionales y su escalera de madera. No dudes en perderte por sus tranquilas callejuelas para disfrutar delambiente sosegado de la ciudad.

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En el extremo norte de Lanzarote, el pequeño pueblo pesquero deÓrzola da la bienvenida a todos los visitantes en tránsito hacia la isla de La Graciosa. Sus restaurantes frente al mar son todo un éxito, tanto si buscas tomar algo como comer, mientras espera al próximo ferry. También puedes pasear por el puerto, donde barcos y barcas bailan al ritmo de las olas. En las afueras de la ciudad hay varias calas de arena blanca, conocidas como "caletones", ideales para nadar, y también para bucear.

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Visitar Teguise es como viajar al siglo XVIII, donde el tiempo parece haberse detenido. Antigua capital de la isla hasta 1847, es uno de los pueblos antiguos mejor conservados de Canarias, rodeado de un fascinante paisaje volcánico de antiguos cráteres y coladas de lava solidificada. No te pierdas la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, centro neurálgico del pueblo. Situada en la plaza de San Miguel, es el punto de encuentro de los lugareños y el centro neurálgico de eventos y fiestas. El palacio Spinola, en el centro, y el castillo de Guanapay, situado al borde de un cráter volcánico, también merecen una visita.

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Al pie del acantilado del Risco, Playa Famara es una de las más bellas de Lanzarote. Aquí se puede pasear por sus arenas doradas y disfrutar del espectáculo de los surfistas deslizándose grácilmente sobre las olas, con laisla de La Graciosa al fondo. Justo al lado, Caleta de Famara es un pueblecito que transporta al visitante al Oeste americano, con sus calles barridas por la arena y su pequeño molino de viento que gira incansable. Aquí pasaba sus vacaciones el joven César Manrique.

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En pleno centro de Lanzarote, San Bartolomé es un pintoresco pueblo de raíces agrícolas, como demuestra su ubicación entre los viñedos de La Geria y la zona de jable, donde se cultivan hortalizas. Los turistas vienen aquí a visitar la Casa Museo y el Monumento del Campesino, diseñados por César Manrique, pero a menudo se olvidan de detenerse y descubrir, por ejemplo, la Casa Ajei o la Casa del Mayor Guerra, con su arquitectura típica. Las calles son una delicia para pasear, con bonitas placitas ar boladas y deliciosos restaurantes de especialidades canarias.

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