El Duomo, símbolo de Florencia

Puede que Santa María del Fiore no te suene. Pero es el nombre del Duomo de Florencia, el monumento emblemático de la ciudad, bautizado así por su escudo de armas, la flor de lis.

El Duomo es un ejemplo perfecto de la destreza arquitectónica y la delicadeza artística del Renacimiento italiano. Iniciado en 1296, las partes más antiguas del edificio datan del siglo XIII, pero su trazado evolucionó a lo largo de los 140 años que tardó en construirse.

El monumento no se terminó hasta 1436. Filippo Brunelleschi consiguió crear su obra maestra: la cúpula de la catedral, la más grande jamás construida, con la asombrosa cifra de 45 metros de diámetro. En el interior, un gigantesco fresco de 3600 m² adorna la cúpula, obra de Giorgio Vasari y Federigo Zuccaro.

Visitar la catedral y subir a la cúpula de Brunelleschi son dos de las actividades más destacadas de Florencia.

El fino mármol con el que se construyó el Duomo hace eco a los otros dos grandes monumentos que se erigen junto a él en la Piazza del Duomo.

El Campanile de Giotto ofrece una impresionante vista de Florencia desde su cima, ¡a casi 85 metros de altura! Aunque hay quienes prefieren ahorrarse los 416 escalones ni sientas claustrofobia en esta estrecha escalera de caracol que parece no tener fin. Un verdadero calvario en los ajetreados días de verano, pero la verdad sí merece la pena el esfuerzo.

A pocos pasos de la plaza se encuentra otra obra maestra: el Baptisterio octogonal de San Juan Bautista, magníficamente decorado con mosaicos de estilo bizantino, ostenta suntuosas fachadas. Más antiguo (siglo XII), inspiró la arquitectura del Duomo. Todo el mundo quiere hacerse una foto delante de las Puertas del Paraíso...

La Piazza del Duomo no suele ser un lugar solitario. En pleno centro de Florencia, es el lugar donde convergen todos los visitantes de la ciudad. Por eso, la plaza está siempre llena de actividad... ¡Así que visitar los monumentos no es lo único que se puede hacer aquí!

Alrededor de la plaza encontrará cafés y terrazas donde podrás tomarte un respiro entre dos visitas y contemplar la colorida multitud de visitantes asombrados por las proezas arquitectónicas florentinas. Los amantes de la fotografía se lo pasarás en grande.

El placer de descubrir la Piazza del Duomo nunca es mejor que a primera hora de la mañana, cuando los primeros rayos de sol se reflejan en el mármol verde, o a última hora de la noche, con estos monumentos notablemente iluminados y la plaza despoblada.

Para estar en primera fila, elige tu hotel en los alrededores de la Piazza del Duomo: con vistas a la catedral, ¡el efecto está garantizado!