Terminado en 1894, el edificio carecía originalmente de la emblemática dedicatoria al "pueblo alemán", que se añadió en 1916 con la inscripción "Dem Deutschen Volke" en la fachada.
El Reichstag fue la sede del Parlamento alemán hasta 1933, cuando un devastador incendio dañó gravemente el edificio, marcando el fin de la República de Weimar y allanando el camino a la supresión de la disidencia política por parte de Hitler. Durante el régimen nazi y la Segunda Guerra Mundial, el edificio volvió a quedar abandonado y dañado. En 1945 se convirtió en objetivo favorito del Ejército Rojo por su valor propagandístico.
Tras la guerra, el Parlamento de Alemania Occidental se trasladó a Bonn, dejando el Reichstag en ruinas hasta 1961, cuando se llevó a cabo una restauración parcial coincidiendo con la construcción del Muro de Berlín. Aunque controvertida, esta restauración conservó rastros de su historia reciente, como la fachada acribillada a balazos y las pintadas de los soldados soviéticos.
Durante la Guerra Fría y hasta la reunificación de Alemania en 1989, el Reichstag albergó una exposición permanente titulada "Cuestiones de la Historia Alemana", pero sólo se utilizó a escala limitada con fines ceremoniales. En 1990, se convirtió en el escenario de la ceremonia oficial de reunificación. Tras un amplio debate, en 1995 se decidió que el Reichstag volvería a ser la sede del Parlamento Nacional alemán. En 1999 Norman Foster llevó a cabo una meticulosa renovación y remodelación, y el 19 de abril de ese año el nuevo Gobierno alemán se reunió en el Reichstag.