El beguinaje de Brujas, un remanso de paz en el corazón de la ciudad

"Begijnhof" en flamenco, el beguinaje se extendió principalmente por el noroeste de Europa, sparticularmente en Bélgica y los Países Bajos. El movimiento comenzó en el siglo XII y estaba formado por una comunidad de monjas que se hacían llamar "beguinas". Se sometían a las reglas monásticas sin hacer los votos. Se trataba, por tanto, de una comunidad autónoma y laica que no dependía del clero, aunque sus miembros habían decidido dedicar toda su vida a la religión. Además, esta institución acabó atrayendo las iras de la Iglesia, que no apreciaba la independencia de las beguinas. Solían ser solteras o viudas y eran acusadas regularmente de falsa piedad.

Al ser independientes, estas mujeres vivían de su trabajo, de las limosnas y de las donaciones de ricos filántropos. A menudo cuidaban enfermos, trabajaban como tejedoras y se dedicaban a la oración. Sin embargo, las beguinas conservaban su libertad y podían salir sin impedimentos. Sobre todo, querían vivir en comunidad. Para muchas de ellas, esta opción de vida era una forma de evitar el matrimonio forzado y, al mismo tiempo, conservar su independencia al no tener que hacer los votos. Reconocibles por su tocado, el beguin, es a su peculiar indumentaria a la que debemos hoy la expresión "tener un flechazo". Cuenta la leyenda que las beguinas tenían una especie de poder para despertar la llamada de Dios en las mujeres piadosas. Alrededor del siglo XVI se acuñó la expresión "tener un flechazo al revés", que significaba apartarse de la vida piadosa por amor. Con el tiempo, la expresión evolucionó hasta el significado que conocemos hoy: tener el corazón puesto en otra persona.

En el siglo XIII, Bélgica contaba con hasta 90 beguinajes en todo el país. Consistía en un conjunto de casas agrupadas en un recinto alrededor de una iglesia. Algunas grandes ciudades, como Lieja, tienen más de 20 comunidades. Las más hermosas se encuentran en Gante y Brujas. Aunque rechazado por la Iglesia durante algún tiempo, el beguinaje fue eventualmente reconocido como una "tercera orden", una asociación de religiosos que no hacían los votos. A lo largo de la Edad Media, la institución decayó y prácticamente desapareció durante el Renacimiento.

El beguinaje de Brujas, conocido como el "beguinaje de la viña", se fundó en 1225. Un grupo de mujeres se instaló en las afueras de la ciudad, junto a un arroyo. Para ganarse la vida, empezaron a trabajar la lana para los tejedores de Brujas. En aquella época, gracias a sus canales, Brujas era un importante centro comercial del norte de Europa. En 1245, la condesa de Flandes, Margarita de Constantinopla, ofreció apoyo y protección al beguinaje, que se convirtió entonces en una parroquia independiente. En los siglos siguientes, el beguinaje creció y se desarrolló hasta integrarse plenamente en la ciudad de Brujas. Hoy patrimonio de la ciudad, el beguinaje, que entonces acogía a las mujeres más indigentes, sólo estaba abierto a las altas esferas de la aristocracia. El beguinaje decayó pero sobrevivió, aunque la Revolución Francesa asestó un golpe fatal a la institución, que nunca recuperó su antiguo prestigio.

En 2002, el beguinaje de Brujas fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Para respirar un poco de aire fresco y un soplo de historia belga, nada como una visita a este bonito pueblo dentro de la ciudad. Auténtico remanso de paz, el beguinaje está separado del resto de Brujas por una muralla y un foso, y está rodeado por un gran jardín plantado de narcisos (otro patrimonio del noroeste de Europa), donde se pueden ver bonitas casas de un blanco inmaculado que contrasta con sus tejados rojos. Paseando por este pedacito de historia, descubrirás una iglesia del siglo XV, así como un pequeño museo que relata la vida cotidiana de las beguinas.