Una rápida mirada atrás. Hace más de 15 años, Wynwood no existía en el mapa de Miami. La zona estaba formada principalmente por cobertizos y almacenes en ruinas. Ningún turista se aventuraba por allí. A principios de la década de 2000, un promotor inmobiliario y mecenas de las artes olfateó el potencial del distrito. Se trataba de Tony Goldman, famoso por el desarrollo del SoHo neoyorquino en los años 70 y de Miami Beach en los 80. Compró varios edificios y atrajo a muchos turistas. Compró varios edificios y atrajo a artistas callejeros para que convirtieran las paredes en lienzos de colores. Así nació en Miami el templo del arte callejero. El arte se hizo cada vez más omnipresente, tanto en interiores como en exteriores.
