El camino de la Torre de Hércules hacia la declaración de Patrimonio Mundial se inició en marzo de 1986, cuando la diputada y escritora María Victoria Fernández-España, hizo la primera petición para que este monumento fuera declarado Patrimonio Mundial. Esta iniciativa se retomó varias veces pero no llegó a materializarse concretamente hasta 2001 cuando “Manito”, el doctor José Vázquez Iglesias, creó el Instituto de Estudios Torre de Hércules con el objetivo final de obtener el reconocimiento de la Torre como un bien de valor universal excepcional por la Unesco, lo que llevaría a su inscripción en la Lista de Patrimonio Mundial.
Esos bienes tienen que destacarse de otros y demostrar que los hace diferentes para que se justifique el criterio de valor universal por el que el Comité de Patrimonio Mundial decide inscribirlos en la lista. En cuanto a la Torre de Hércules, la antigüedad y el funcionamiento continuo del faro constituyeron los fundamentos de su valor universal, y a estos se añadió el mantenimiento de su autenticidad durante su restauración, así respetando por completo su integridad. Por eso, la Torre actúa como referente excepcional mediante el cual se puede estudiar el desarrollo y la evolución de los diferentes sistemas de señalización y de ayuda a la navegación a lo largo de los dos últimos milenios. Así que, el 27 de junio de 2009, en la 33a Reunión del Comité de Patrimonio Mundial, el antiguo faro se convirtió, en fin, en un bien inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial.