El monte Aventino: el secreto mejor guardado de los romanos

Separada del monte Palatino por el Circo Máximo, la colina del Aventino pasa a veces desapercibida para los turistas, lo que proporciona a los más curiosos una tranquilidad más ventajosa. Bastante residencial y de clase media, el barrio bordeado por el Tíber alberga algunos tesoros verdes, majestuosos e históricos que no hay que perderse.

Para una estancia tranquila, alojarse en la colina del Aventino, rodeado de los lugareños, es ideal. Su céntrica situación en la ciudad y su proximidad a los lugares turísticos más importantes es una forma estupenda de evitar perder tiempo (y dinero) en transporte.

Al este de la colina, en la plaza de los Caballeros de Malta, que a primera vista parece bastante sencilla, una cola permanente espera ante la puerta número 3... No dudes en tomarte un momento y seguir esa intuición de sumarte a la fila para descubrir el secreto que se esconde tras el ojo de la cerradura por el que miran todos los visitantes.

La puerta desde la que se dibuja esta multitud es la de la Villa del Priorato di Malta, un recinto religioso antiguamente habitado por los templarios. Una de las vistas más originales y espectaculares es, por tanto, sólo visible para una persona a la vez. La majestuosa cúpula de la Basílica de San Pedro se cierne ante nosotros, tras una larga callejuela bordeada de verde flora. Una visión que promete una experiencia memorable, que bien merece los pocos minutos de espera.

Antes de descubrir el Jardín Botánico, te invitamos a almorzar en el restaurante Apuleius, con su refinado servicio. Sabores italianos y mediterráneos a precios asequibles, servidos en un ambiente elegante y acompañados de una buena selección de vinos locales.

Dirección: Via del Tempio di Diana, 15, 00153 Roma RM, Italia

Horario: 12:30 - 14:30 / 19:30 - 22:30 de martes a sábado, 12:30 - 14:30 domingo

El paseo digestivo comienza dos calles más allá, en el Jardín de los Naranjos, o Parc Savello. Los caminos están perfumados con el aroma de estos grandes árboles frutales, que proporcionan una agradable sombra en los días calurosos. El mirador situado al final de la calle principal ofrece una hermosa vista del Vaticano y, en general, de toda la ciudad de Roma.

Acomódate en uno de los numerosos bancos de este jardín, amado por turistas y lugareños por igual, donde llama la atención el suave ritmo de vida. Debajo, el Tíber fluye por la ladera, aportando un suave frescor al verde oasis de arriba.

La iglesia de Santa Sabina de Roma, construida en el siglo V, se divisa desde las callejuelas bordeadas de naranjos. Con su llamativa fachada abovedada y sus columnas de mármol y granito, esta iglesia paleocristiana, que ha resistido los estragos de la historia romana, bien merece una visita. La luminosidad que proporcionan los imponentes ventanales hace brillar la antigua arquitectura del edificio, remodelado a lo largo de los años.

Frescos, mosaicos y columnas decoran el interior de este edificio, parte del cual data de hace más de mil años. La puerta de madera de ciprés que cierra la entrada principal es uno de los elementos originales mejor conservados, con marcos que representan escenas religiosas, incluida la Crucifixión.

Al bajar la colina hacia el norte, asegúrate de detenerse ante los restos del Circo Máximo. Hasta el siglo VI, esta amplia zona cubierta de hierba albergaba el estadio de carreras de cuadrigas más grande del mundo. Durante los grandes juegos romanos, unos 150.000 espectadores se reunían en las gradas para animar a los carros a lo largo de la pista de 600 metros de longitud.

Haz una parada en la Gelateria Maximo antes de lanzarte a la conquista de una nueva parte de Roma. Cucuruchos o tarrinas de helado artesanal, con sabores afrutados, gourmet y refrescantes, se elaboran cada día a tiro de piedra del Circo Máximo.