Las jacarandas que pintan de morado la Ciudad de México en marzo

Así como en muchos lugares del mundo la llegada de la primavera la anuncian cerezos y almendros que florecen, en la Ciudad de México las jacarandas son las que marcan la llegada de la temporada. Dado que el clima en esta región no es particularmente frío en invierno y tampoco escasea en luz del sol, las flores de lila vibrante han pasado a mandar otros mensajes a los que se dan en Madrid, París, Tokio y Washington. Desde hace algunos años las flores violetas de las jacarandas anuncian el movimiento social.

La historia de cómo llegaron estos árboles a México se va hasta el siglo XIX. Las jacarandas –de nombre científico Jacaranda mimosifolia– son originarias de Brasil, pero llegaron a la capital mexicana por orden de Tatsugoro Matsumoto, un dotado y reconocido jardinero japonés que emigró a México en 1896 y que rápidamente se volvió el elegido del entonces presidente y dictador Porfirio Díaz, que tenía una obsesión por convertir la capital en una ciudad tan bella como París.

No fue hasta los años 20 que las jacarandas comenzaron a crecer en las calles de la Ciudad de México, pero en un inicio Matsumoto quería sembrar cerezos, siguiendo una moda que muchas ciudades seguían para que se embellecieran con la llegada de la primavera. Pero el clima chilango no era el más adecuado para esos árboles, que necesitan más frío. El paisajista japonés había conocido las jacarandas en Perú, y pensó que sería una buena sustitución para que la ciudad celebrara con flores lila el equinoccio de primavera.

Ahora, estos árboles que pueden llegar a medir hasta 20 metros y vivir incluso un siglo, o más, son un emblema de la ciudad. Se le han escrito poemas a sus flores y aunque las enormes raíces quiebran el pavimento y desestabilizan las banquetas, en la Ciudad de México se sabe que son arraigos justos e intocables.

Desde el 2020, tras años de lucha feminista y oleadas de violencia de género que provocaron una movilización nunca antes vista, representan más que el fin del invierno. Con mujeres vestidas del mismo color que las flores de los árboles llenando las calles, las jacarandas de la capital mexicana se volvieron también símbolo de la lucha por el fin del machismo y la caída del patriarcado. Le llaman la revolución de las jacarandas.

Aunque hay de estos árboles por toda la ciudad, hay algunos lugares donde se puede disfrutar el espectáculo primaveral con especial énfasis.

Parque México y Parque España

La Condesa, centro neurálgico cultural y social de la Ciudad de México, tiene dos parques (el México y el España) con muchas jacarandas. Es una de las colonias más turísticas de la ciudad, así que no habrá pierde, además de que es muy céntrica. Aunque es una terrible víctima de la gentrificación y casi se escucha más inglés que español en sus calles, sigue siendo un barrio emblemático de esta gran ciudad. Y en marzo se viste de lila con todas las jacarandas que lo rodean.

Alameda Central

El centro de la ciudad, ajetreado, revuelto, inverosímil, bellísimo, es un excelente lugar para disfrutar de las jacarandas de marzo, particularmente en la Alameda Central. Desde aquí se ve el Palacio de Bellas Artes, de estilo art nouveau y francamente espectacular, y a la sombra de las jacarandas se disfruta aún más.

Chimalistac

En el sur de la ciudad hay una burbuja que parece que se perdió de la locura que rige a la Ciudad de México. Chimalistac es una colonia residencial con orígenes prehispánicos que mantiene una calma inaudita, con calles empedradas y puentes de piedra que alguna vez sirvieron para cruzar el Río Magdalena que pasaba por ahí. Los parques que aún mantiene tienen muchas jacarandas, que contrastan con los colores de piedra volcánica y regalan un respiro a veces muy necesitado.