La Cisterna Basílica, situada en el distrito Eminönü de Estambul, junto a Santa Sofía, se construyó para abastecer de agua a la ciudad de Estambul durante el reinado del emperador Justiniano I en el año 542. El objetivo principal de la cisterna era satisfacer las necesidades de agua del Gran Palacio y los edificios circundantes.
La cisterna quedó abandonada cuando Constantinopla fue invadida por los otomanos. En 1545, el francés Petrus Gyllius redescubrió la cisterna cuando los habitantes le dijeron que podían obtener agua bajando cubos a un espacio oscuro bajo su sótano. En 1985, la Municipalidad Metropolitana de Estambul limpió y renovó la cisterna.