Ya en el siglo II a.C., la civilización de Saly que habitaba la región aunó tradiciones mediterráneas y septentrionales. Mucho más tarde, en el siglo XIV, los artistas de Aix aprovecharon su proximidad a Aviñón, y por tanto al papado, para inspirarse en las vanguardias italianas. Cuando el rey René se instaló en Aix-en-Provence un siglo más tarde, atrajo a su séquito a varios pintores flamencos de renombre.
En el siglo XVII, muchos artistas emprendieron el éxodo hacia Italia, pero algunos, como Charles André Van Loo y Jean Daret, decidieron detener su viaje en Aix y establecerse aquí. Y aunque la influencia parisina dominó el siglo XVIII, la escuela provenzal se impuso en el XIX con artistas como Jean Auguste Dominique Ingres y François Marius Granet.


